lunes, 21 de enero de 2013

Fallece Fernando Guillén a los 80 años


Aún recuerdo la última vez que vi a Fernando Guillén. Fue en la estación de Atocha. Hojeaba un periódico serenamente, dejándose atrapar por los titulares pero sin embeberse en una lectura profunda porque, de cuando en cuando, su mirada se elevaba por encima de las hojas del diario fijándose en algún que otro transeúnte, no como si le interesaran especialmente sino solo con actitud distraída, con la curiosidad por las personas que tienen aquellos que han sido tantas personas. Esta mirada tan sólo duraba unos segundos y después los ojos volvían a las páginas. Durante todo el tiempo, entre el bullicio incesante de la estación, Fernando (permítaseme el tratamiento) parecía estar relajado, tranquilo, indiferente al hecho de que su sola presencia pudiera incentivar el ánimo de cuantos pasaban a su alrededor.

Yo me marché y el quedó donde estaba, con ese estar apacible, pero, después de este último encuentro con el hombre, todos sus personajes me parecieron más humanos y pensé que, en el fondo, los actores, que son un hombre y muchos hombres a la vez, debían ser los más humanos de los humanos, porque, de alguna forma, eran los que podían entenderlos mejor.

El pasado día 17 de enero el personaje que era todos los personajes hizo su último mutis por el foro y todos, de alguna manera, nos pusimos de pie para aplaudir. No será necesario aquí que cite todos los trabajos que hizo, todas las películas en las que participó, los escenarios que pisó en sus tantas intervenciones en el teatro, la televisión, los episodios en los que intervino, la impagable presencia en las tertulias de José Luis Garci…, sería un trabajo enciclopédico innecesario. Simplemente, como solemos decir, vean alguna de sus obras, cualquiera, y ese será el mejor homenaje. Gracias por todo, Fernando.

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