domingo, 10 de enero de 2010

AVATAR

Yo no fui a ver AVATAR para comprobar si los tropecientos millones que había costado estaban justificados; no fui a verla pensando que iba a presenciar un antes y un después en lo que a efectos especiales en el cine se refiere (es más, ni siquiera la he visto en 3D); no fui a verla pensando en cómo podría haber mejorado su director, James Cameron, todo lo que ya había hecho antes; no fui a verla pensando que tendría, cuando menos, que igualar lo hasta ahora visto en el género de ciencia ficción para que mereciera la pena; no fui a verla pensando que, al haber tardado 12 años en desarrollar un proyecto, tendría que ofrecer algo excepcional que ya nadie pudiera olvidar si no quería decepcionar. Simplemente fui, una vez más, a que me contaran una historia, a que me engañaran. Eso es el cine, ¿no?

AVATAR es un drama épico, aunque al oír esta palabra solamos pensar en pasado, pero esta vez debemos mirar hacia el futuro, un futuro tan lejano que no podemos imaginar. Porque Cameron ha creado un universo nuevo, en eso consiste su mayor logro. Y una vez que nos ha embaucado a todos dentro de él nos cuenta una historia. Puede que la de siempre, sólo que los protagonistas tienen la piel azul, pero a quién le puede importar eso en la oscuridad de la noche. Los espíritus son los mismos, los únicos que conocemos, los humanos. Y a partir de ahí, cualquier historia es posible y cualquier historia no es más que la misma historia.

No diré que, además, la película es una gran metáfora donde nos vemos reflejados en nuestro pasado (y cada uno que le ponga el nombre que quiera) pues eso es una lectura añadida a la que no es necesario entrar para estar plenamente satisfecho al terminar la película.

Confieso que prefiero las pasiones en aeropuertos de inestables circunstancias, los besos en los andenes de estaciones transitadas o al lejano resplandor de un incendio y las desilusiones en deslucidos apartamentos del West Side, pero esta historia merece la pena verla. Y no piensen en sus más de 3.000 planos con efectos especiales, en la invención de un nuevo lenguaje (na’vi), en la acertadísima creación del personaje de Sigourney Weaver o en la banda sonora de James Horner. Tan sólo se trata de un chico que conoce a una chica, y lo demás ya es historia…

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