Tras
Argo y Lincoln, otra vez nos encontramos con otra película nominada que narra
hechos reales e importantes en la historia de Estados Unidos, CIA y demás…
Hemos
de decir que esta película mejora en mucho el nivel demostrado por Kathryn
Bigelow (la directora) en su anterior En tierra hostil, que, como ya dijimos en su momento, no
pasa de ser una buena película, pero en ningún caso merecedora de los
galardones que se llevó. Ahora el producto ha subido mucho de nivel. Sin duda
llama la atención un gran, grandísimo, guión mucho más adaptado a la conciencia
cinematográfica del proyecto, escondiendo mucho mejor el tono documental que en
otras ocasiones resulta un lastre.
La
protagonista, la agente Maya de la CIA (interpretada por Jessica Chastain) absorbiendo
el protagonismo absoluto de la película de manera magistral, da el contrapunto
más humano a la relación de momentos punteros en el avance de atentados y
descubrimientos ocurridos en un período de diez años, desde el 11-S hasta el
hallazgo de 2011, en la que se centra la película.
Su interpretación, con una
combinación espectacular de debilidad y de fuerza, deja entrever de qué tipo de
persona estamos hablando, sus años de juventud aislada por su gran talento, su
temprano reclutamiento y la apuesta de doble cara de sus superiores enviándola
a una misión imposible y al mismo tiempo al más importante de los objetivos.
Desde la frialdad inicial nos vamos metiendo en una escalada de tensión que
Chastain nos transmite perfectamente dejando ver, casi tocar, esa progresiva
soledad que lo arriesgado de sus apuestas conlleva para con sus superiores así
como por lo que se juegan quienes dependen de ellas.
Una
muy interesante película que no se hace larga en sus más de dos horas y media. No
sólo mantenemos el interés creciendo de manera progresiva sino que las escenas
finales de la película son un prodigio narrativo y la última secuencia redondea
la cinta y al personaje.
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