Cuando
uno se dispone a ver una película de Scorsese en la que aparece Leonardo di Caprio,
sabiendo lo que sabe de los antecedentes de ambos combinados -tanto la más flojita "El aviador"
como "Gangs of New York", "Shutter island" y sobre todo, el peliculón "Infiltrados"-
tiende a esperar una película de la que años después sigamos hablando. Una
película con un cierto calado, con un valor cinematográfico más allá del simple
espectáculo audiovisual de entretenimiento al que muchos de los títulos de hoy
en día quedan reducidos. Pues bien, esa madurez que esperaba, esa definitiva
obra maestra, no es esta película, desgraciadamente.
Esto
no quiere decir que sea una mala película, ni mucho menos. Y esto puede afirmarse con rotundidad por dos
razones muy básicas que hacen merecedora de una calificación muy positiva a cualquier
película: el protagonista está monstruosamente bien y cada escena, individualmente
considerada, es perfecta. Se preguntarán, entonces, dónde radica el problema. Y
éste no es otro que el punto de vista. Algo tan simple como eso.
Leo
Di Caprio, como viene siendo la norma desde hace ya años, está mejorando día a
día, madurando interpretativamente, comiéndose la pantalla con cada personaje, con
una entereza y una verosimilitud que traspasa. Y en esta película, a pesar de
que el guión le exigía mostrarse sobrepasado, excesivo y hasta esperpéntico, no
pierde el norte en ningún momento, interioriza tan bien lo que la película
pretende transmitir que hasta da miedo pensar que lo que vemos es copia de una
realidad. Sin duda, y a falta de ver las interpretaciones de Bruce Dern,
McConaughey y Bale, merecido candidato al oscar.
Y
no me entiendan mal, no se trata de una película en la que cada escena esté
prefabricada y preparada para Di Caprio. Esta película tenía un objetivo claro,
un proyecto que desarrollar, por el que el actor apostó y que, puesto en manos
de Scorsese, ha llegado a buen fin. Pero el director ha hecho su trabajo y el
actor le ha dado lo que le pedía, que ha sido mucho y bien.
Dejando
aparte mi ferviente admiración por este director, cada escena es un prodigio y
un delirio al mismo tiempo. La maestría está fuera de toda duda. Cada actor,
cada ambientación, cada diálogo, está en su sitio y sentimos que nadie lo
podría haber rodado de otra manera, que es lo que te suelen hacer sentir los grandes, por cierto.
Pero
volviendo al punto de vista, lo que le pasa a esta película es que, al basarse
en la historia real de su protagonista Jordan Belfort (despiadado broker que
arrasó con todo lo que se le ponía por delante para dar rienda suelta a su
vicio por acumular millones que le permitieran financiar su descontrolada y
extrema vida) y en su libro autobiográfico, el margen de maniobra argumental es
muy corto: no podríamos contar la historia de un boxeador sin mostrar sus
combates, como no podríamos contar la historia de "Papillón" sin
mostrar una cárcel y como no se puede contar la historia de Jordan Belfort sin
drogas, drogas y más drogas, putas, putas y más putas, derroche, derroche y más
derroche. Por tanto, había que contar lo que había que contar. Claro que, no
hacía falta que todo esto durara tres horas. Y, quizá porque habría sido una
mezcla de incierto resultado, las profundidades económicas bursátiles quedan
bastante al margen de lo que se nos cuenta. Apenas pequeños trazos que se
diluyen en la película y que no logran distraernos de lo único que nos dicen los
179 minutos de cinta: cómo os pasáis tíos!
Dicho
todo esto, está claro que no vamos a encontrarnos con una película de Wall Street
al uso. Olvidemos aquel memorable Gordon
Gekko de Michael Douglas, las estrategias de mercado, opas hostiles, márgenes
de beneficios, compras-ventas-promesas que pasan tan rápido que no podemos
entender siquiera qué está pasando, difíciles de digerir y que nos mantienen
concentrados para poder comprender el final de la película. Aquí sólo hay
montañas de polvos blancos, montañas de dinero, desmadres por doquier y otros
vicios que sólo el dinero puede pagar. Y eso sin parar durante tres horas.
Pero, aunque sea así, qué bien lo haces Martin!
Así pues, película que entretiene, hasta hace
reír, y, a pesar de sus tres horas, rodada con un buen sentido del ritmo, por
lo que se pasa rápido. Pero, lo siento, no es una obra maestra ni nada
parecido. Tan solo dijeron: "chicos, vamos a mostrar todo este
desmadre". Y lo hicieron. Pero no busquen nada más.
Título original: The
wolf of Wall Street
Director:
Martin ScorseseActores: Leonardo di Caprio, Jonah Hill, Margot Robbie, Matthew McConaughey, Rob Reiner, Jean Dujardin.
Año: 2013
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